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lunes, 9 de noviembre de 2009

La playa (II)


El atardecer marcaba la llegada de la madre noche, su protectora, su manto oscuro donde se sentía más cómoda q en el insípido día, donde el brillo dorado ocultaba las verdaderas emociones de los mortales. No deseaba luchar contra el día, de hecho había reglas q le impedirían tan siquiera intentarlo, pero no le era necesario.
Anaika, su amante mortal, aquella a quien amaba, ya se había marchado. Tenía ocupaciones en otra tierra, un puesto de líder q ocupar, y Lilisha no deseaba abandonar por el momento aquel fructífero terreno de caza. Después de todo, era un terreno donde los hombres la buscaban, o buscaban lo q ella representaba: un deseo irrefrenable, una fuente inacabable de belleza, una sensación de bienestar tan grande q no importa lo q ocurra después.
Desde el mar vió a cuatro hombres, de torso fornido, cabellos y brazos largos q la observaban mientras dejaban q la marea les subiera de la cintura. Le hicieron señas y gritaron suplicantes halagos hasta q ella se digno en acudir, en vez de simplemente esperarlos como hacía la mayoría de las ocaciones. Cuando estuvo junto a ellos notó algo, algo q andaba mal. Sus miradas eran extrañas, no expresaban el deseo de tenerla sino algo diferente, algo q no era lujuria. "Bien" pensó Lilisha, "ellos sabrán q se lo buscaron después de q intenten hacerme daño".
Uno de ellos la atacó, y su femenina mano detuvo el golpe y lo arrojó varios metros atrás en el agua. Otros dos, viéndola con detenimiento, se dispusieron a ambos lados; "te subestimamos" dijo uno, y notó algo q un segundo atrás no vió: la boca era más ancha y de labios menos definidos q los de un hombre normal, casi parecía un sapo con cabellera, si bien su torso fuera escultural. Sus piernas no salían a la luz, las mantenían bajo el agua.
Lilisha sonrió, confiada de su poder; ciertamente, en su delicado y sensual cuerpo yacía la fuerza de un hombre multiplicada por diez. Sin embargo, la sorpresa fué superior a su confianza: de un salto emergieron con sus cuerpos completos, volando por los aires mostrando, bajo lo q debían ser sus cinturas, poderosas colas de tiburón. Cayeron sobre ella con toda su furia ambos tritones, cerrándole la garganta con un par de zarpas diseñadas para cazar fieras bestias marinas.
Parecía haber llegado para Lilisha el momento del final. si bien era poderosa no era inmortal, como su madre, y sus habilidades mentales parecían no funcionar con esos seres marinos.
El mar la rodeaba, la noche no había oscurecido del todo, y nada había en su favor por ninguna parte.
Imaginó q debió decir alguna frase inteligente antes de un momento así, algo para ser recordada, pero ya era tarde.

1 comentario:

Minnie Pandax dijo...

Che, me dijeron q tenían listo para hacer el final, me regarcaron! Quien tiene la culpa de los tres? Me dejaron con la vena de este y del anterior, q tampoco continuaron!